Fuente: Historia, Fe y Prácticas Menonitas. Un enfoque Paraguayo. Gerhard Ratzlaff

Hans Hut de Turinga, fue un personaje un tanto pintoresco. Antes de la reforma luterana había sido sacristán en la iglesia Católica. Cuando llegó la reforma luterana se plegó a ella y trabajó como encuadernador y vendedor de libros. En esta actividad realizó muchos viajes.

Cuando estalló el levantamiento de los campesinos (1524-1525), simpatizó con ellos, e incluso participo de reuniones y proyectos con ellos, aunque no participó en la lucha armada. Fue tomado como prisionero por las autoridades, pero al acreditarse como vendedor de libros fue puesto en libertad.  Tras la derrota definitiva de los campesinos, Hut huyó y se estableció en Augsburgo.

En ese tiempo escuchó hablar del bautismo de fe. Estudiando la Biblia se convenció de la verdad de esta fe y práctica, y no llevó a su hijo recién nacido a ser bautizado. Como consecuencia lo obligaron a salir a salir de la ciudad, con su esposa y sus cinco hijos niños.

Como resultado de su interpretación de las profecías bíblicas confiaba en la pronta venida del Señor Jesús y el juicio de Dios sobre los malvados.

Después de muchas reflexiones, Hans Denk y Kaspar Färber convencieron a Hut de unirse su hermandad anabaptista. Denk, bautizado pocos días antes por otro líder anabaptista, Baltasar Hubmaier, lo bautizó el 26 de mayo de 1526, día de Pentecostés.​ Entonces trabajó con un éxito sin precedentes para el establecimiento y propagación de la nueva hermandad, viajando de un lugar a otro y consiguiendo en pocos meses muchos adherentes, especialmente entre los artesanos; recorriendo grandes partes de Alemania del Sur, Austria, Bohemia y Moravia. Miles lo escuchaban, se arrepentían y pedían el bautismo.

Sus confesiones y las de sus seguidores ofrecen información bastante exacta sobre su predicación. Por lo general, comenzaba con las palabras: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere en el evangelio y fuere bautizado, será salvo; y este es el bautismo: soportar la ansiedad, la miseria, el dolor y todo lo demás; tribulaciones en la paciencia». 

Con palabras entusiastas proclamó la inminente venida de Cristo. Dividió sus sermones en cuatro partes: (1) el juicio sobre la casa de Dios; (2) el juicio sobre el mundo; (3) el futuro; y (4) la resurrección. Sobre la base de Mateo 24; Marcos 13 y Lucas 17 explicó las señales de los tiempos. La amenazante tribulación turca era para él una señal segura del inminente regreso de Cristo. Pero también ocurrirían otras grandes tribulaciones: rebelión, terremotos, guerras y pestes, de modo que apenas un hombre de cada tres sobreviviría. Por tres años y medio más el Señor había dado tiempo para el arrepentimiento, como se muestra en Apocalipsis 13 y Daniel 12. El que se convirtiese al arrepentimiento sería perseguido, como dice 2 Timoteo 3:12. Pero los que se arrepientan en estos últimos tiempos no perecerán, sino que sobrevivirán, y después del día y del juicio del Señor poseerán y gobernarán la tierra y no morirán (1 Corintios 15).

Según su interpretación, los turcos, que amenazaban con invadir Europa, probablemente eran un instrumento de Dios para cumplir con el castigo a los infieles cristianos. En ese tiempo los turcos se encontraban a las puertas de Viena. Hut se oponía a que los cristianos sostuvieran en cualquier forma la guerra contra los turcos. 

Su énfasis escatológico siempre tuvo un énfasis Cristocéntrico; señalando a el Hijo de Dios, que era verdadero Dios y verdadero hombre, y que pagó el precio de los pecados del mundo entero y nos ha redimido. Predicó del Cristo crucificado, cómo sufrió y fue obediente a su Padre hasta la muerte.

En agosto de 1527 Hans Hut volvió a Augsburgo y participó con otros 60 líderes anabaptistas, en el llamado Sínodo de los Mártires, cuyos debates solamente se conocen por los procesos judiciales llevados a cabo contra los participantes y sus seguidores. Se supone que se discutió sobre el advenimiento del Reino de Dios, la supuesta inminencia de la segunda venida de Cristo y la necesidad de mantener entretanto la no participación de los cristianos en la guerra, el gobierno y la magistratura.​

Las autoridades de la ciudad ordenaron detener a los participantes en el sínodo y Hut fue arrestado el 16 de septiembre y, al igual que otros detenidos, fue condenado a prisión por tiempo indefinido. Después de haber sido sometido a torturas, murió de asfixia tras un incendio que se produjo en su celda el 6 de diciembre de 1527. Ya fallecido, su cuerpo fue condenado a ser quemado en la hoguera el día siguiente.


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