Extracto del libro de Alfred Neufeld, Vivir desde el futuro de Dios, pp. 451, 452

Esta lealtad a Cristo posibilita que a veces sean elegidos a un cargo público, otras veces no. Hay poca evidencia bíblica con respecto a la gestión política de los apóstoles y primeros cristianos. Ocupar cargos públicos no constituía una prioridad para ellos, pero tampoco lo prohibieron.

Las estrategias de Pablo, el uso de su ciudadanía romana y su apelación de tener un juicio ante el emperador de Roma indican que el testimonio público ante los poderosos políticos era una prioridad para él.

Los reyes de Israel nombrados por Dios a veces eran coherentes con la voluntad de Dios, y muchas veces la violaban. De todos modos, la monarquía de Israel tuvo un carácter más profético que político. El reinado de David era totalmente atípico en términos políticos. Y aunque cometió pecados graves, de los cuales tuvo que arrepentirse y sufrir consecuencias, parece haber sido un político «conforme al corazón de Dios», y por ende, compatible con la mente de Cristo. Su renuncia al militarismo y a la venganza privada ante Saúl y Goliat, y en sus guerras posteriores al inutilizar los caballos de guerra, fueron gestos atípicos y de alto contenido teológico. Supo ser fiel a Dios en la persecución y la marginación total, e intentó serlo al estar en la cúspide del poder.

El reinado de David fue profético en el sentido de ilustrar que la fidelidad a Dios puede traer honra y deshora, aclamación pública y persecución.

En el Salmo 52 contrapone su actitud política a la de Saúl:

«Amas más el mal que el bien; prefieres la falsedad a la verdad…. Pero Dios te arruinará para siempre; te tomará y te arrojará de tu hogar; ¡te arrancará del mundo de los vivientes! …
Los justos verán esto y temerán; se reirán de él diciendo: «¡Aquí tienen al hombre
que no buscó refugio en Dios, sino que confió en su gran riqueza y se refugió en su maldad!».

Pero yo soy como un frondoso olivo que florece en la casa de Dios; yo confío en el gran amor de Dios eternamente y para siempre. En todo tiempo te alabaré por tus obras; en ti pondré mi esperanza en presencia de tus fieles, porque tu nombre es bueno». (Sal. 52. 3, 5-9).

El hecho de que los políticos cristianos buscan ser fieles a Cristo, permaneciendo o renunciando a cargos, es una voz profética importante.


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