Extracto del libro Vivir desde el futuro de Dios, pp. 453 – 455.

Si la iglesia considera el involucramiento político, Jhon Howard Yoder sugiere, al menos, las siguientes diez pautas (Yoder 2000: 53-55):

  • Los cristianos y las iglesias asumirán la responsabilidad, pero decidirán cuidadosamente el cómo, el dónde y el cuando.
  • La iglesia fomentará el bien común, pero sin coacción violenta.
  • Negarse a participar donde el estado exige conductas anticristianas, es también una forma de hacer política.
  • El agente principal a través del cual Dios obra en el mundo es la iglesia y no el estado.
  • La ideología política no debe volverse religión.
  • Ningún involucramiento político debe reducir la importancia de la conciencia y la responsabilidad personal.
  • Los seguidores de Jesús aceptarán cargos públicos sólo bajo condiciones claras.
  • Las opciones políticas del cristiano son tomadas bajo la pregunta: ¿Cuáles son las formas más eficientes de servicio al bien común?
  • Los seguidores de Jesús mantendrán realismo y modestia, recordando que los cristianos no necesariamente son los mejores políticos.
  • El sufrimiento y las necesidades dentro del mundo siempre serán una preocupación prioritaria para la iglesia.

El servicio eclesial de hablar con los poderes políticos:

Antes de embarcarse en mucho activismo político, la iglesia buscará espacios de diálogo con los poderes políticos. Estos pueden darse cuando los políticos buscan consejo y perspectivas. Pero la iglesia debería ser pro-activa en organizar estos espacios.

Juan el Bautista exhortó a los soldados a evitar abusos (Lc. 3. 12-14). Al rey Herodes le señaló su mala conducta matrimonial (Mr. 6. 18).

Pablo hablaba ante Félix sobre la justicia, el dominio propio y el juicio de Dios (Hch. 24. 24-25).

La iniciativa eclesial de hacerse escuchar se hará necesaria cuando se sancionen leyes incompatibles con la ética cristiana. La iglesia será proactiva cuando los derechos de los ciudadanos y las libertades religiosas sean violados.

Es legítimo que, en momentos de crisis, la iglesia busque proteger a sus miembros de la persecución.

La práctica de Pablo y de Juan el Bautista indica que su diálogo con los políticos incluía una invitación personal de arrepentimiento y entrega a Cristo.

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