Por Wolfgang A. Streich

Dios reclama la Tierra y todo lo que hay en ella,

Dios reclama el mundo y todos los que viven en él.

Él la construyó sobre los cimientos del océano,

Él La dispuso sobre las vigas de los ríos. (El Mensaje, traducción de Eugene H. Peterson, Sal. 24. 1,2)

Estuve esta semana pensando mucho en estos versículos. Han pasado algunas cosas que me dejaron un poco perplejo, alguna reclamación de derechos de autor en Facebook, y un bloqueo parcial de nuestras páginas.

Pude retirar el contenido que fue reclamado, aún no estoy muy seguro por quién, pero el bloqueo parcial continua. Nunca me preocupé realmente por colocar a cada cita y a cada línea, a cada imagen o video el crédito correspondiente, ya que normalmente coloco al inicio del artículo la fuente principal sin entrar a detallar párrafo tras párrafo, ya que esto no es una revista científica. Comenzó únicamente con el fin de compartir materiales que no estaban disponibles en español, y cada tanto fuimos agregando un artículo propio una vez a la semana. Tampoco pensé que el mundo menonita iba a ser tan quisquilloso con el tema de videos e imágenes que llevan en sí mismos algún mensaje que no debería ser reclamado ya que formar parte de la predicación de la Palabra de Dios.

Mucho menos tengo idea de quién podría estar molesto con una publicación tan pequeña e insignificante como Anabautista Digital 500. Esto es un blog gratuito, que no da ganancia económica ni de ningún tipo a mi persona ni a ninguna otra persona.

En este contexto me gustaría reflexionar sobre algunas cuestiones. Tal vez si alguien ve una amenaza de nuestro periódico al prestigio de alguna institución, sería bueno que hablaran conmigo. Si no fue nadie del mundo anabautista, estaría tremendamente sorprendido, y hasta feliz por ser perseguido por el nombre de Cristo. Pero dudo mucho que a alguien del mundo moleste nuestra publicación.

Yendo al texto que quería compartir hoy, antes, quisiera señalar que no todos los momentos de la vida son de alegría y felicidad. Y en este sentido, me pone bastante apenado lo que está sucediendo. Pero al final uno de los textos favoritos de los anabautistas me llena de confianza para continuar en lo que estamos haciendo.

En un artículo de Isaac Villegas, de El Menonita, del 1 de agosto de 2013 dice lo siguiente:

Salmo 24:1 «Del Señor es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan».

Como explica el historiador menonita John D. Roth, para los primeros anabautistas «la afirmación de que la tierra es del Señor era una forma de resistencia, especialmente a los gobernantes políticos de su época… la apelación al Salmo 24:1 fue una poderosa declaración de una lealtad y lealtad diferentes». Adorar al Dios del salmista implica una protesta contra las autoridades políticas que tratan de usurpar el dominio de Dios sobre la tierra. «Nadie debe tomar lo que es de Dios», escribió Peter Walpot, un anabaptista del siglo XVI que vivió en el contexto de las potencias cristianizadas de Europa cuando reyes y obispos se repartieron el mundo inventando fronteras en sus mapas de «las Américas», que reclamaban como su propiedad. Hoy convivimos con el legado de sus mapas; Vivimos bajo el dominio de las fronteras del colonialismo. 

Es interesante que Pablo utiliza el texto de este Salmo en 1 Corintios 10. 26 en el contexto de las discusiones que existían sobre lo que estaba o no estaba permitido comer, específicamente en el contexto de la carne sacrificada a los ídolos.

Este tema que suele ser tan controversial en muchas de nuestras iglesias al llegar las «fiestas de San Juan», vemos que Pablo indica categóricamente, todo es del Señor, y por supuesto, no debemos dañar la conciencia del hermano débil, como lo dirá el mismo Pablo, en el contexto de la ley del amor (Ver caps. 13 y 14).

Hoy estamos en un mundo muy diferente al que vivían los anabautistas del siglo 16. Y es muy claro que es muy bueno que sigamos los principios establecidos en general sobre propiedad privada y derechos intelectuales. Aún así, no creo que tengamos que tener el derecho de perseguir a cualquiera que utilice algún contenido, tenga el motivo que tenga. En tiempos de la iglesia primitiva querían prohibir los mensajes que utilizaban el antiguo pacto para demostrar la realidad del cumplimiento del Mesías en el carpintero de Nazareth. Y así mismo otros tiraron al agua helada o al fuego, a aquellos que utilizaban el nuevo pacto para demostrar los errores de las iglesias institucionalizadas y aferradas al yugo del poder político.

Finalmente, no sé si alguien en concreto está actuando para sacar de circulación a Anabautista Digital 500, pero mi manera de ser y de actuar siempre será la misma. Tengo todas las copias de seguridad, y si me atacan, Anabautista Digital saldrá en otra plataforma, en otra red social, pero siempre volverá a surgir de nuevo.

En un artículo de Conrad Grebel Review de 2013, se presenta un artículo, presentando una porción de una conferencia de John D. Roth n las conferencias Bechtel 2012. Lo tratamos de reproducir literalmente al español:

En abril de 1525, solo unos meses después de los primeros bautismos de adultos que habían dado origen al movimiento anabautista, las autoridades de Zúrich arrestaron a una joven, Elsy Boumgartner, acusada de rebautizarse. Pero cuando le ofrecieron liberarla si prometía no volver nunca más a la zona, Boumgartner se negó obstinadamente. En su lugar, citó la primera versícula del Salmo 24:

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,

el mundo y los que viven en él.

Ella insistió en que «Dios hizo la tierra para mi, así como para los gobernantes, y eso me da derecho a permanecer en mi hogar».

Durante el siglo que siguió, los anabautistas perseguidos regresaron repetidamente a estos vs – «la tierra es del Señor» – refiriéndose a este mientras eran interrogados, en las defensas de los tribunales, en declaraciones confesionales, cartas de consuelo, e incluso en sus himnos.

El último anabaptista ejecutado en Suiza fue un granjero autodidacta de setenta años llamado Hans Landis. Después de ser interrogado por las autoridades, a Landis se le ofreció la oportunidad de emigrar. Él se negó diciendo que «la tierra era del Señor», nadie tenía autoridad para enviarlo fuera del país. Lo citó repetidamente a las autoridades gubernamentales antes de ser decapitado el 30 de septiembre de 1614.

Hans Landis tenía una figura majestuosa, «una larga barba negra mezclada con grises y una voz varonil». El verdugo le pidió perdón por lo que estaba a punto de hacer; Landis respondió que «ya lo había perdonado; que Dios también lo perdone; El sabía muy bien que debía cumplir las órdenes del gobierno». En el Ausbund, n.º 132, hay una canción de 46 estrofas que conmemora su muerte. Comienza con «Ich hab ein schön neu Lied gemacht». (‘He hecho una nueva canción’).

Para otros anabautistas, este versículo ofrecía consuelo a muchos que huían de su tierra natal. A menudo se encuentra en los hogares de inmigrantes y en las iglesias en forma de un lema o inscripción en la pared.

¡La tierra es del Señor!’

En mi viaje de medio siglo he tenido que advertir a muchos que intentaban hacerme callar, que vayan a exigirle al Señor que me haga callar, ya que de él es todo, y no hay jurisdicción inquisitoria que tenga poder sobre lo que digo y lo que pienso. Ya llevo muchos años escribiendo en plena libertad, y lo seguiré haciendo.

Referente a los derechos de autor, es muy fácil. Me indican dónde hay un problema, y lo corrijo sin problemas, y si es una idea mía, también pondré que es una idea mía. Y si estoy cayendo en un delirius tremens, pues perdón a todos, iré a tomar mi medicina, y mañana veré qué podemos hacer.

Muchas bendiciones, Wolfgang.