Kappel am Albis Ehemaliges Zisterzienserkloster (2011): Schulerst

Por: Marcos G. Cruz

«Los anabautistas hutteritas, como los monjes medievales, surgieron de un trasfondo diverso y experimental, pero rápidamente se convirtieron en un orden social distinto y establecieron una identidad peculiar y separada». (Suderman, 2012:323)

Cuenta Victor Hugo en su célebre obra «Nuestra Señora de París», que a Quasimodo en sus catorce años, el tañir de las campanas le rompería el tímpano, la mayor de aquellas sería la Campana de María. Cuando Arnold Snyder planteara su lectura de Michael Sattler como benedictino y anabautista, no faltarían quienes se harían de oídos sordos a las campanas de San Pedro; es decir, se encontrarían serias objeciones a la tesis de Snyder, aunque los planteamientos alternativos a la influencia benedictina, terminan necesariamente por develar otras huellas de la Regla de San Benito en la historia anabautista.

Una de las metáforas que describen el rol ministerial en la «Confesión de Schleitheim», es la imagen del pastor. En la actualidad es recurrente el uso del término «pastor» y su consecuente praxis, no obstante, cabría la interrogante en cuanto al trasfondo del uso, respuesta que encuentra Snyder en la Regla Benedictina; al respecto, Sean F. Winter opina:

«Snyder compara al pastor de Sattler con la persona del abad dentro de la comunidad benedictina. Describe convincentemente las similitudes y diferencias entre los dos, y llama la atención sobre la protesta campesina en relación con el nombramiento y el apoyo del pastor local. Su falta de consideración de las primeras enseñanzas anabautistas sobre el tema probablemente se deba a la escasez de material, pero la evidencia que hay sugiere que el pastor de Sattler se inspira en las imágenes y la práctica de los hermanos suizos. Zwinglio a menudo usaba imágenes de pastores para describir a los líderes de las congregaciones, por lo que las imágenes y la terminología de Schleitheim no deberían sorprender». (Winter, 1991:61)

Al revisar los actores señalados en la cita anterior, habría que escudriñar los mismos para ver si realmente constituyen hipótesis alternativas al ethos benedictino. En cuanto al abad, no cabrían dudas, la Regula señala: «Capítulo 2:7 Y sepa el abad que el pastor será plenamente responsable de todas las deficiencias que el padre de familia encuentre en sus ovejas». (Colombás & Aranguren, 2000:12)

¿Como podría enlazarse lo anterior con el círculo de Zürich? Habría que remontarse a la época de convergencia con Zwinglio, y recordar que en 1516 se trasladaría a la abadía benedictina de Einsiedeln en calidad de secular. Einsiedeln era también un importante santuario mariano que atraía peregrinos en torno a la imagen de la Virgen Negra. Allí daría curso a predicar las reformas, incluso se opondría a la venta de indulgencias del franciscano Bernard Sanson. Después Zwinglio instrumentaría sus reformas en Zürich, alcanzando también otros cantones suizos. A Heinrich Bullinger le resultaría mucho más cercana la experiencia monástica, se sentía atraído inicialmente por los cartujos, pero más tarde aceptaría un espacio como maestro en el monasterio cisterciense de Kappel, sin compromiso de votos. La comunidad cisterciense nacería como un intento de vivir con mayor rigor la Regla de San Benito, por lo cual haría parte de la familia benedictina. A su vez, la austeridad del gótico cisterciense contrastaría con la suntuosidad de los monasterios cluniacenses.

La influencia monástica, particularmente la benedictina, era innegable. Aquellos monjes cistercienses de Kappel, más tarde se unirían a la causa de la reforma, y cerca de aquel monasterio moriría Zwinglio. Algunas exigencias de reformas iban más allá de las orquestadas por Zwinglio, la convicción de practicar el bautismo de creyentes traería debates públicos y finalmente una escisión, creando así el germen de los «Hermanos Suizos», entre ellos Conrad Grebel. La cosmovisión de aquella comunidad anabautista, no se reduciría a la modalidad del bautismo, también se expresarían como partidarios de un estilo de vida pacífico, en contraste con Muntzer. No obstante, hay que señalar algunas convergencias con algunas demandas de campesinos y con Muntzer; a quien Grebel le escribiría:   

«Si vuestras prebendas se basan, como entre nosotros, en tributos y diezmos –que en ambos casos son verdadera usura– y no sois mantenidos por toda la comunidad, por favor renunciad a las prebendas. Sabéis bien cómo debe mantenerse a un pastor». (Yoder, 2007:136)

La imagen de pastor no se agotaba en su contenido espiritual, también como se aprecia en el extracto anterior, guardaba implicaciones materiales. Por ello no es de sorprender el liderazgo religioso en las guerras campesinas, menos sorprendente sería la expresión «omnia sunt communia», atendiendo al hecho de que algunos líderes tendrían clara influencia monástica y en consecuencia un apego a la comunidad de bienes al estilo benedictino o cisterciense. Thomas Muntzer no se limitó a ser capellán entre los años 1519-20 de unas monjas cistercienses en Frohse, sino que en ese tiempo se dio al estudio de Taulero, Suso, y la Teología Alemana (Theologia Deutsch); también se presume la influencia del cisterciense Joaquín de Fiore en cuanto a sus ideas escatológicas. También el caudillo que acompañaba a Muntzer, Heinrich Pfeiffer, había sido monje cisterciense en Turingia, y ambos redactaron los «Once Artículos» del Consejo Eterno en Mühlhausen. Si bien Muntzer y Pfeiffer fueran ejecutados después de la batalla de Frankenhausen (1525), otros personajes lograrían escapar de sus desventuras, Hans Hut de Frankenhausen, y Balthasar Hubmaier a finales de 1525 se marcharía de Waldshut.

Nikolsburg devendría lugar de refugio bajo la protección de los Liechtenstein. No obstante, la amenaza turca, así como los impuestos de guerra exigidos, traería desavenencias en la comunidad anabautista allí establecida. Un acalorado debate respecto a lo anterior, acabaría formando facciones en torno a Hubmaier con los «Schwertler» (partidarios de la espada), y con Hut los «Stäbler» (partidarios del cayado). Otro aspecto que iría tomando forma era la idea de la comunidad de bienes, distintamente enfatizada, y progresivamente más intensa. El cultivo de la comunidad de bienes por parte de seguidores de Hans Hut, lleva a considerar al mismo como un proto-hutterita. No se apaciguarían las diferencias, Hans Spittelmaier (Schwertler) conseguiría influenciar a los señores de Liechtenstein, y así, el posicionamiento de los «Stäbler» supondría irremediablemente su partida, que conduciría hacia Austerlitz; cuenta la «Crónica Hutterita» que antes de partir:

«Tendieron  una  capa  delante  de  la gente  y  cada  cual  echó  de  buen  ánimo  en  ella  sus  pertenencias terrenales,  de  acuerdo  con  las  enseñanzas  de  los  profetas  y  de  los apóstoles». (Wenger, 1960:74)

Aquel asentamiento daría lugar a la Hermandad de Austerlitz, cuyo «Vorsteher» sería Jakob Wideman. Algunos tiroleses se unirían a la hermandad, pero después bajo el liderazgo de Jorg Zaunring partirían de allí, y se reasentarían en Auspitz; donde existía previamente una comunidad bajo el liderazgo de Philipp Plener. Jakob Hutter devendría líder de la comunidad de los tiroleses de Auspitz, y aunque en un primer intento no resultara la unificación con la hermandad de Austerlitz, no se ha de olvidar la deuda histórica con la última, ya que la misma era una antecesora espiritual. También se fundaría una comunidad en Rossitz, liderada por Gabriel Ascherham, dicha comunidad sí se uniría definitivamente con los Hutteritas. Rod Dreher, autor del best seller «The Benedict option», en su diario recoge uno de los comentarios de sus lectores respecto al Bruderhof, de la herencia espiritual Hutterita:

«El Bruderhof tiene muchas características de la vida cristiana primitiva en su intercambio voluntario de bienes con quienes los necesitan. No muchos serán llamados a este estilo de vida. Es perfecto para los llamados, como los llamados a un monasterio benedictino, pero pocos serán llamados. Para el resto del mundo, es una luz y un rayo de gracia que muestra al resto de nosotros la pureza y la belleza de un testimonio cristiano sin adulterar. Nos llama a una vida más radical dentro de nuestras propias circunstancias, al igual que lo hace Nursia». (Dreher, 2020)

La mirada a la práxis apostólica, es un criterio de convergencia entre benedictinos, cisterciences, stäbler y hutteritas. En primer lugar la regla benedictina se haría eco de la comunidad cristiana de Jerusalén y su énfasis en la comunidad de bienes:

«Capítulo 55: 18 por eso, para extirpar de raíz este vicio de la propiedad, dará a cada monje lo que necesite […] 20 Sin embargo, tenga siempre muy presente el abad aquella frase de los Hechos de los Apóstoles: –Se distribuía según lo que necesitaba cada uno–».  (Colombás & Aranguren, 2000:109)

Es plausible la influencia benedictina en Schleitheim a través de Sattler, pero no se agota en la misma; al tener en cuenta que en las reivindicaciones campesinas, la idea de la comunidad de bienes coincidía con el ethos de órdenes monásticas como los cistercienses. En el orden comunal derivado de Schleitheim se aprecia una disponibilidad a compartir los bienes:

«5) Ninguno de los hermanos y hermanas de esta comunidad debe tener algo propio, sino como los cristianos en el tiempo de los apóstoles tener todo en común, del cual se podrá prestar ayuda a los pobres, de acuerdo con las necesidades que tenga cada uno. Y, como en la época de los apóstoles, no permitirán que ningún hermano pase necesidades». (Yoder, 2007:166)

Si bien la comunidad de Nikolsburg se interpelara la cuestión de la comunidad de bienes, aquel gesto de compartir en la partida de los Stäbler que les condujera al asentamiento de Austerlitz, iría encontrando un énfasis más intenso que se concretaría en Auspitz. La «Crónica» refiere en el ordenamiento de la comunidad:

«Cuarto: todo hermano o hermana debe entregarse por completo a la comunidad, en cuerpo y alma, en Dios, y compartir todos los dones recibidos de Dios –según el uso de la primera iglesia apostólica y comunidad de Cristo– a fin de que los necesitados de la comunidad reciban [lo que les haga falta], como los cristianos del tiempo de los apóstoles (Hch 2, 4, 5)».  (Yoder, 2007:280-281)

Obras citadas

Colombás, G. M., & Aranguren, I. (2000). La Regla de nuestro padre San Benito. Madrid: BAC.

Dreher, R. (14 de 12 de 2020). The Bruderhof & The Benedictines. Obtenido de Rod Dreher’s Diary: https://roddreher.substack.com/p/the-bruderhof-and-the-benedictines

Suderman, H. (2012). Manufacturing Places: Anabaptist Origins, Community and Ritual. Edmonton: University of Alberta.

Wenger, J. C. (1960). Compendio de Historia y Doctrina Menonitas. Buenos Aires: La Aurora.

Winter, S. F. (1991). Michael Sattler and the Schleitheim Articles. Baptist Quarterly, 52-66.

Yoder, J. H. (2007). Textos escogidos de la Reforma Radical. Buenos Aires: Faie & La Aurora.