Fuente: ABC Color

FILADELFIA. El 88° aniversario de la firma del tratado de paz con Bolivia trae al recuerdo a muchos héroes y protagonistas de la Guerra del Chaco (1932-1935), sin embargo, la historia también guarda memoria de los discretos ocupantes que comenzaban a habitar la región en ese entonces, los menonitas. Si bien, fueron objetores de conciencia, su presencia en el inhóspito Chaco, fue crucial para afianzar la soberanía territorial además de proveer con lo que pudieron al Ejército paraguayo.

POR NATALIA ORTIZ

El historiador Kornelius Neufelf con el libro «Kaputi mennonita» de Peter P. Klassen, que relata los inicios de colonizaron menno en el Chaco, hace casi 100 años.

Corría el año 1929 y eran tiempos convulsos, la persecución y ejecuciones sumarias en la Unión Soviética de Stalin no eran raras. Un grupo de más de 14.000 personas congregadas en Moscú, en su mayoría menonitas, esperaba el permiso para salir del país. Durante las varias persecuciones de la época muchos fueron deportados a Siberia y Asia central, sin posibilidad alguna de abandonar estos lugares, por lo que un panorama muy sombrío se ceñía sobre ellos.

El destino inicial de los menonitas fue Alemania, así que gracias a la intermediación del profesor Benjamín Unruh, un 18 de noviembre de 1929 el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Julius Curtius, presentó a su gobierno el pedido de dejar entrar a los refugiados que, gracias a la enorme presión mediática del momento, fue concedida.

«Portal de la libertad» que marcaba el límite entre la Unión Soviética y Letonia.

Un 25 de noviembre de 1929 finalmente, cruzaron en tren lo que conocen como “Portal de la Libertad” (Das Rote Tor), que era uno de los últimos bastiones a traspasar hacia Letonia y que les indicaba que definitivamente estaban fuera de la Unión Soviética, que entraría en ese momento en una época oscura.

Refugiados ya en Letonia, después de cruzar el «Portal de la Libertad», quienes llevaban apenas lo que podían cargar, junto a dos enfermeras, posiblemente de la Cruz Roja.

Un nuevo comienzo

Alemania era el destino pensado en un primer momento, pero ese país sufría una aguda crisis económica y aunque muchos inmigrantes lograron instalarse allí, en un momento dado, esa nación decidió no recibir más refugiados. Igual determinación tomó Canadá, que era también una opción para este grupo, que casi igualaba en circunstancias a la primera ola migratoria menonita que fundó la Colonia Menno (Loma Plata) en 1927, en el Chaco paraguayo. El largo trayecto hacia el nuevo destino duró años, en barco y en tren.

Llegada de los menonitas al Km. 145, con el tren de P

Comienza así la segunda ola migratoria menonita a Paraguay, destino no planeado al principio, pero que gracias al accesible precio de la tierra y a la flexibilización del Estado paraguayo, era una opción esperanzadora.

Con mucho trabajo se creó la colonia y posterior cooperativa Fernheim (la primera fundada en Paraguay en el año 1931) que es actualmente uno de los motores económicos de la región, junto con los demás de su tipo.

Huir de una guerra y caer en otra

“Hay muchas anécdotas de la Guerra del Chaco (1932-1935) comenzando desde la propia inmigración de los colonos a Fernheim. Para llegar en ese entonces tuvieron que sellar sus pasaportes con sello de Bolivia por orden de un cónsul boliviano, retrasando el viaje un día más, pero finalmente arribaron en mayo de 1932 para sumarse al grupo que ya estaba, y en junio estalló la guerra”, dijo Kornelius Neufeld, uno de los historiadores de la migración al Chaco.

Centro urbano de Filadelfia en 1945.

“Lo que pasó en la Unión Soviética (bajo el régimen de Iosef Stalin) fue tan cruel que la Guerra del Chaco para los menonitas instalados acá era llevadera, en comparación con lo que ya sufrieron. Igualmente hubo buena relación con los comandantes militares paraguayos, pero había mucha preocupación”, agregó Neufeld. Refirió que a inicio de la guerra se recibió un ataque aéreo, siendo ametrallado el techo de lo que hoy es la Planta Industrial. El mayor miedo de los inmigrantes era ser evacuados porque no había adónde ir.

“Era impensable, porque adónde iban a evacuar personas que llegaron recién y que tenían unos pocos animalitos. Fue un momento muy difícil y se realizaron intensas vigilias de oración y gracias a Dios no tuvieron que ir a ninguna parte”, destaca.

Trueques del ejercito paraguayo y los menonitas

Entre los acuerdos a los que llegaron los menonitas y el Ejército paraguayo estuvo el de hornear pan. Según el historiador, se recibió 70 mil kilos de harina de trigo, que se entregó a las mujeres para preparar y hornear el pan, por largas jornadas.

“De los dos lados se aprovechó, por un lado llegaban divisas y entonces los menonitas pudieron vender su sandía, poroto, melón, zapallo y demás, que cultivaban y entraba un poco de dinero”, cuenta. También eran codiciadas las bolsas de tela de algodón con las cuales se aprovisionaba al ejército desde Asunción, por lo que se llegó a cambiar una sandía por una bolsa.

“Las bolsas de tela eran muy importantes prendas se podía hacer ropa con eso, incluso se podía confeccionar ropa interior y sábanas y era muy gracioso porque quedaron estampados los 000 de la harina en todas las prendas”, relata Neufeld entre risas.

El historiador refiere que no hubo prácticamente altercados con el paso del ejército en la zona. Al finalizar la guerra, todo el metal que dejó el conflicto fue aprovechado para usar en cerraduras, implementos agrícolas, remaches y un sinfín de utilidades. Muchos de estos implementos aún se conservan en los museos a la fecha.

“Tratamos de conservar lo más posible de esa época. Tenemos muchas fotos, documentos y sitios históricos restaurados que son importantes de visitar y conocer (…) es bueno honrar el valor de los que lucharon en estas tierras, hay que ver cómo servir a la patria y ver qué podemos hacer para traer” , dijo el historiador.

Chaco, tierra de fortines

El Chaco cuenta con variados sitios históricos, entre ellos fortines, que fueron restaurados a lo largo de los años, algunos también recientemente reacondicionados para seguir recibiendo turistas y amantes de la historia.

Esta es la lista de fortines mejores conservados para destino de turismo interno en el Chaco:

Fortín Boquerón

El Fortín Boquerón es uno de los sitios importantes de la Guerra del Chaco y escenario de turismo interno de la Ruta Chaco Boreal. Se fundó en 1928 y actualmente es uno de los fortines mejor conservados del Chaco. Está ubicado a 435 kilómetros de Asunción. Recibe visitas que pueden ser guiadas. Para contacto: (0971) 336-788.

La victoria de la Batalla de Boquerón, una de las gloriosas facetas que se desarrolló durante más de veinte días en defensa del Chaco paraguayo

Fortín Nanawa

La resistencia del Fortín Nanawa, que duró 6 días y dejó como resultado una de las primeras grandes victorias de la Guerra del Chaco (1932-1935), se libró en el Chaco Boreal desde el 4 hasta el 7 de julio de 1933. Fue el ataque frontal más importante llevado a cabo por el ejército boliviano durante toda la guerra.

Hoy día, el Fortín Nanawa forma parte del circuito de fortines asentados en el novel distrito de Campo Aceval, considerada la capital de los fortines chaqueños.

La distancia de Asunción a Fortín Nanawa es de 365 kilómetros, buena parte del camino se transita por la Ruta Transchaco y se llega al fortín fácilmente mediante caminos internos.

Fortín Militar Isla Po’i

El Fortín Militar Isla Po’i,fue puesto de comando del Mariscal José Félix Estigarribia, el “Comanchaco”, que condujo al ejército paraguayo a la paz, luego de 3 años de guerra (1932-1935).

Isla Po’i, sede del Comando paraguayo durante los tres años de la Guerra con Bolivia.

El 12 de junio se cumple 88 años de la firma del Protocolo de Paz del Chaco entre Paraguay y Bolivia, y tras años de intentos repetidos de poner en valor los sitios históricos finalmente este fortín se encuentra totalmente renovado.

Está ubicado a 449 kilómetros de Asunción y se llega por la Ruta Transchaco pasando por la recientemente inaugurada Ruta Bioceánica desde el cruce de Loma Plata.

Fortín Toledo

El Fortín Toledo fue escenario de una de las más gloriosas páginas del Ejército paraguayo durante la Guerra del Chaco (1932-1935). La importancia de este lugar radica en el hecho de que su defensa evitó que el ejército enemigo llegara hasta Isla Po’i, centro de operaciones de las Fuerzas Armadas paraguayas.

Hasta la fecha, ese lugar conserva intactas sus tucas y trincheras y eso permite conocer de cerca el escenario y recordar los hechos que llevaron al ejército de compatriotas a una de las victorias más resonantes de la contienda chaqueña.

El Fortín Toledo está ubicado a casi 500 kilómetros de Asunción y a 15 km de la Transchaco desde el cruce Toledo.