Por José Pablo Chacón – Lupa Protestante

¡Haced rizoma y no raíz, no plantéis nunca! ¡No sembréis, horadad! ¡No seáis ni uno ni múltiple, sed multiplicidades! Es el imperativo que nos legan los dos grandes filósofos franceses Guilles, Deleuze y Félix Guattari en su libro Rizoma. Un concepto filosófico basado en el rizoma botánico y que contempla las multiplicidades como un sistema. ¡Haced rizoma y no raíz! Y es que hay diferencias abismales entre “hacer raíz” y “hacer rizoma”.

Todo liderazgo es solitario. De hecho, el pastorado es una de esas dedicaciones vitales que más soledades acarrea. Y no lo digo yo, lo dicen los estudios estadísticos publicados cada año. También esta dedicación pastoral es una de las que más satisfacciones obsequia. Basta con ver una familia restaurada, una vida cambiada, una persona que se confiesa por primera vez como creyente o alguien que dice que ha retomado su relación con Jesús.

Para paliar las exigencias exageradas que la cristiandad ha impuesto sobre el liderazgo espiritual (una santidad falsa y exagerada que exige al líder dejar de ser persona y vivir como una especie de encarnación de Elías, Moisés o el mismo Jesús), así como para evitar la pastolatría enconada, la proliferación de gurús cristianos, colmados de infalibilidades, he propuesto la idea de “seguiderazgo” (https://www.lupaprotestante.com/blog/liderazgo-vs-seguiderazgo/).

El postulado primordial del seguiderazgo es “sigamos juntos a Jesús”, dejando atrás la idea de ¨síganme a mí”. Ya no hacemos discípulos, sino que hemos comprendido que esa Gran Comisión tiene como punto climático la multiplicación de los discípulos de Cristo, entre los cuales, nos encontramos también los pastores y los líderes. El seguiderazgo propicia una labor más transparente, más humana, más sincera. Un liderazgo más horizontal y sencillo. El líder ya no tiene que cultivar una sola raíz, de la que depende todo su ministerio, sino que camina junto a otros líderes y en conjunto con todos los creyentes hacia una relación creciente con Jesús. El seguiderazgo también cultiva relaciones más profundas, más sanas y más sinceras y, por lo tanto, combate la soledad del líder.

La misma problemática que empuja a los líderes y pastores a vivir en soledad, sin relaciones profundas de amistad y a enfrentar los retos ministeriales en solitario o levemente acompañados, está afectando a las iglesias alrededor de todo el mundo.

Las iglesias son comunidades solitarias que procuran llenar la vida de personas solitarias, por medio de pastores que se sienten solitarios.

Cada iglesia, aunque pertenezca a una denominación, movimiento o agrupación de iglesias, sabe que está más cerca de la soledad que de la unidad con otras iglesias.

Podemos acusar de egoísmo, culto a la personalidad, visiolatría y muchos otros vicios a esta cristiandad que tanto amamos. Lo cierto es que estamos caminando como un cuerpo desmembrado, cuyas coyunturas han sido separadas. Se saben partes del mismo organismo, miembros del mismo cuerpo, pero también se saben separadas y, muchas veces amputadas.

La Iglesia Rizomática:

Por tanto, al concepto de seguiderazgo, debemos añadirle el concepto de “Iglesia rizomatica”. La Iglesia Rizomática es la antítesis de la iglesia solitaria o de la iglesia raíz, así como el seguiderazgo es la antítesis del liderazgo solitario y egocéntrico. Podríamos decir que el seguiderazgo es un liderazgo rizomático.

La palabra Rizoma denomina un tallo subterráneo que crece en forma horizontal y es capaz de echar brotes al aire en una extensión muy grande de terreno. Los rizomas se han adaptado para conservarse sin congelarse durante los largos inviernos y así volver a brotar.

El Rizoma se puede entender como “raigambre”. Gracias a su crecimiento indefinido, los rizomas pueden avanzar y cubrir una superficie muy importante, creando brotes de nuevas plantas en grandes extensiones de tierra. Y no importa cuán crudo sea un invierno, el rizoma logra sobrevivir, protegiendo y nutriendo a todos los brotes que se encuentran unidos a la raigambre.

Romanos 11:16-18

16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. 17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, 18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.

La palabra que se usa para “raíz” es ῥίζα (riza), que en su definición más amplia se entiende como: raíz, recurso o fuente. De esa palabra griega usada en Romanos, proviene la palabra RIZOMA.

Notemos estas dos grandes frases del texto anterior:

  1. “Has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo”.
  2. “No sustentas tu a la raíz, sino la raíz a ti”.

La raíz es Cristo Ap. 22:16 “Yo soy la raíz” (riza). Y de él es de donde brotan los nuevos tallos o en él son injertados los tallos silvestres (gentiles), haciendo santo a todo cuanto esté unido a esa raíz.

Algunos ejemplos de rizomas son los lirios, que pueden crecer sobre el agua, con una “raíz común” que los une, aunque son plantas totalmente independientes. También el jengibre crece como rizoma. Las enredaderas también pueden entenderse como rizomas.

¡Haced rizoma y no raíz! Árbol Vs Rizoma.

El concepto de rizoma se contrapone tajantemente al concepto de árbol. A la manera de “El Árbol de Porfirio” en el que todo depende de una sola raíz, de la cual brota un solo tronco de subordinaciones.

La diferencia entre un árbol y un rizoma es que por cada raíz de árbol solo brota un tronco, por lo que la multiplicación es mucho más lenta e ineficiente (el porcentaje de semillas que no nace o mueren pronto es altísimo), en cambio el rizoma tiene una raigambre que crece indefinidamente, y de ella pueden crecer tantos tallos como el espacio geográfico se lo permita. De esa forma la multiplicación es mucho más rápida y segura, puesto que todas las plantas comparten una raigambre (rizoma) común que los alimenta.

Los modelos de plantación de iglesias se han caracterizado por practicar el sistema de “plantar”. Esto es: Una iglesia madre envía a un grupo pequeño de plantadores para que inicien una nueva iglesia. Este nuevo equipo sale de su comunidad eclesiástica y se establece en una zona geográfica distanciada. Al principio podría depender temporalmente de su iglesia madre, pero con el tiempo la tendencia natural de este sistema es la búsqueda de la independencia, autonomía o autosuficiencia. El resultado es patente, muchos de estos grupos desaparecen pronto, otros tardan muchos años en poder crecer y muy pocos logran una madurez suficiente para reproducirse y convertirse en “plantadores” de nuevas iglesias. Podemos encontrar un ejemplo de esto en la famosa parábola del sembrador en Mateo 13.

Y les dijo en parábolas muchas cosas como éstas: «Un sembrador salió a sembrar.Mientras iba esparciendo la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron. Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado.

El porcentaje de semillas que caen en buen terreno (entiéndase, lograron sobrevivir), es mínimo. Si aplicamos esta parábola a la idea de multiplicar iglesias, podemos encontrar muchas coincidencias. El número de plantaciones que logra crecer lo suficiente como para seguir reproduciéndose es escaso. Esto se debe a que cada semilla debe crear su propia raíz, de la cual solo vivirá ella. Un bosque puede verse muy poblado y unido si solo vemos las copas de los árboles, pero nos decepcionaremos al echar un vistazo subterráneo y constatar que dicha unidad no existe, cada árbol está radicalmente separado del otro, vive para alimentarse a sí mismo, para crecer más que los árboles que lo rodean (de tal manera que obtenga más agua y luz solar). Los bosques son lugares de competencia y egoísmo. ¿No nos recuerda esta imagen la forma egoísta y competitiva en que se desarrollan los “bosques” de iglesias?

Existe otra forma de multiplicar iglesias. Es el sistema denominacionalista. Cada denominación sobrepuja por hacer clonaciones. Iglesias idénticas, muchas veces con edificios idénticos, fórmulas idénticas, sermones idénticos. Este sistema es incompatible con la idea de “seguiderazgo” porque se sustenta en un liderazgo estrictamente piramidal, lo cual redunda en el efecto “soledad” de los ministros y la lógica competencia entre unos y otros.

La iglesia rizomatica propondría una tercera vía. No consistiría ni en la plantación individualista, ni en la clonación mimética de la iglesia.

La parábola del bambú: 

El Bambú es la especie vegetal que crece con mayor velocidad (crece como rizoma), se dice que es la especie viva que crece más rápidamente en el planeta. Algunos dicen que, si nos quedáramos quietos mirándolo, podríamos verlo crecer. El bambú logra crecer hasta 32 metros cada mes. Eso equivale a un metro por día, o a un promedio de 5 centímetros cada hora del día y de la noche.

Sin embargo, si cada uno de nosotros nos dispusiéramos a plantar bambú hoy, esperaríamos en vano verlo emerger y crecer. Tal vez incluso pensemos que no ha funcionado o que la tierra donde lo plantamos no es buena o que el clima no favorece. Podríamos regarla todos los días con abundante agua, abonar el terreno y, aún así, no veríamos emerger ni un solo tallo.

Podríamos ser presa del desaliento y hasta podríamos darnos por vencidos. ¿Por qué el bambú crece tan exponencialmente en otros lugares, pero no cuando yo lo planto? La frustración podría llegar al punto de creer que somos nosotros mismos los que “no tenemos mano” para cultivar bambú.

Pero el bambú es una planta sabia. Durante sus primeros largos siete años solo crece por debajo de la tierra. Pero después de esos siete años de preparación el bambú está listo para brotar a una velocidad vertiginosa y crecer de manera imparable. Su vida reside en su raigambre. Aunque se corten sus tallos, el bambú seguirá creciendo velozmente.

Si cortáramos un Roble, éste probablemente no volvería a crecer, mucho menos de forma rápida. Es posible que un Roble brote más rápido que un bambú, sin embargo, a sus siete años, un Roble es solo un pequeño árbol débil y vulnerable. Pero el bambú, con solo siete años y un mes ya es fuerte e imparable.

Iglesia rizomática, sus principios. 

Según los teóricos franceses Deleuze y Guilles, en su libro Rizoma (1977), estos sistemas rizomáticos tienen algunas características particulares dignas de resaltar cuando pensamos en un modelo de multiplicación de iglesias (ya no se pensaría plantación, sino multiplicación por medio de una raíz común que alimenta a todas y que se alimenta entre todas).

1° y 2° principios de conexión y de heterogeneidad:

Cualquier punto del rizoma puede ser conectado con cualquier otro. Es decir, la cooperación, la colaboración, el apoyo son un resultado innato de un rizoma. En este sistema se alimentan todos entre todos, teniendo diversidad (todos los brotes son diferentes) pero estando conectados entre sí a la misma raigambre ῥίζα (riza) , que sigue creciendo cada vez más. Es la manera en que el urbanismo ha creado las redes subterráneas para las líneas de metro.

Si un grupo de iglesias están conectadas por medio de una “raigambre” o un rizoma común, tendrán suficiente cooperación mutua, como si fueran una sola iglesia. Los recursos se maximizan, se reducen costos, ya no se compite por “más agua y más luz”, como en el bosque, se trabaja en común para crecer todas, sin perder su personalidad, su particularidad y su carácter misional.

3° principio de multiplicidad:

En un rizoma no hay puntos o posiciones, como ocurre en una estructura, un árbol. En un rizoma sólo hay líneas. Cuando el músico acelera la ejecución de un fragmento, no solo actúa como virtuoso, transforma los puntos musicales en líneas, hace proliferar el conjunto entero. Podemos pensar también en las venas del cuerpo como un rizoma que le da vida a todas sus partes, aunque estas sean diferentes e independientes unas de otras. Es la imagen de Efesios sobre la Iglesia:

Efesios 4:16

16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

El cuerpo “bien concertado y unido” no puede describir solo una iglesia local. La interpretación hiperlocal de este texto reduce el Cuerpo de Cristo, la Iglesia Universal a un espacio pequeño en el que se reúne un grupo de creyentes. El texto de Efesios, propone, más bien, una imagen inversa, una suerte de “hiperiglesia” (que no es lo mismo que megaiglesia). Es decir, un conjunto de iglesias hiper conectadas, arraigadas entre sí. Esta “hiperiglesia” tiene una fuerza de edificación mutua y de multiplicación enormes.

Para comprender con más profundidad la fuerza multiplicadora y de resistencia del rizoma, podemos detenernos a pensar en el poder destructivo que logran tener los sistemas rizomaticos enfermizos o negativos. Un ejemplo devastador es la manera en que se reproduce un tumor cancerígeno. Se va ramificando por medio de una raigambre que alimenta al conjunto y hace difícil su eliminación.

La Biblia nos da un ejemplo muy claro en Hebreos 12:15 “Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos” . La palabra raíz es ῥίζα (riza), de la cual también proviene la palabra rizoma. Imaginemos el letal efecto de lo que hemos conocido como “raíz de amargura”. No es en vano que el autor de Hebreos utilice la imagen de raíz o raigambre, como algo que se expande poderosamente “corrompiendo a muchos”.

Ese mismo poder de expansión, de supervivencia y de cooperación es el que adquiere la iglesia cuando se une en su multiplicidad. Un ejemplo de esto es lo que describe al menos dos veces en el libro de los Hechos

Hechos 6:7

Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

Hechos 12:24

24 Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.

4° Principio de ruptura asignificante:

Un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier parte, pero siempre recomienza según esta o aquella de sus líneas. Es imposible acabar con las hormigas, puesto que forman un rizoma animal que aunque se destruya en su mayor parte, no cesa de reconstituirse.

5° principio ni lo Uno ni lo múltiple:

El rizoma no se deja reducir ni a lo Uno ni a lo Múltiple. No es una unidad que se convierte en dos unidades separadas. Tampoco son muchas unidades separadas que se convierten en una sola unidad. Una iglesia, una visión, múltiples lugares. Es una iglesia y varias a la vez, es una raigambre de iglesias que están unidas en una sola raíz, pero que brotan como nuevas y diferentes abarcando espacios geográficos enormes.

Efesios 4:4-7

4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. 7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

Es, quizás, la forma en que podemos imaginar la multiplicación de los panes y los peces y la forma en que pudo ser alimentada la multitud. La primera frase contundente en el texto se encuentra en Mateo 14:17

17 Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.

Si lo interpretamos en clave de “multiplicación de iglesias” podríamos escuchar esta frase repetida en boca de los pastores y equipos “plantadores”: “Tenemos solo diez personas, una guitarra y muy poco dinero”. O “Solo tenemos un micrófono y una guitarra”. Notemos que, siguiendo una lógica natural, la única forma en que esas cinco mil personas hubieran podido alimentarse debía pasar por una inmensa inversión de dinero y de tiempo, de la misma manera en que la única forma en que una iglesia puede crecer y multiplicarse es invirtiendo grandísimas sumas de dinero y mucho tiempo.

El milagro primordial o primigenio sucede de la mano de Jesús al partir los trozos de pan, pero aquí aún el texto no habla de multiplicación, solo de partimiento de panes. Luego entregó esos primeros panes a sus discípulos, y estos alimentaron a cinco mil personas.

19 Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.

Parece que al texto le falta una parte importante de la descripción del milagro. El milagro ya no estaba sucediendo en las manos de Jesús, sino en la mano de los discípulos y de otras personas que no son nombradas, pero que recibieron panes procedentes de las manos de Jesús, de los discípulos y éstos de otros colaboradores hasta llegar a la ultima mano que recibió el ultimo pan y el ultimo pescado multiplicado.

21 Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

La cadena de manos unidas al primer milagro de “partición” de panes, conforma un rizoma de fe que se multiplica. ¿Qué tal si los discípulos no hubieran tenido fe al recibir los primeros panes? El rizoma funcionó al compartirse el pan de una mano a otra y provocando una nueva fe en el milagro en cada mano que recibía pan y pescado. Cada mano volvía a creer, partir y repartir. Muy diferente, quizás, hubiera sido si cada persona que recibía pan y pescado, se hubiera marchado a comer en solitario. La multiplicación sucede con cada acto de colaboración mutua (partir y repartir lo que hemos recibido). Probablemente el modelo de iglesia denominado Multisitio esté respondiendo acertadamente a la idea de iglesia rizomática que aquí exponemos.

Jesús, la vid y el rizoma:

Quizás no nos habíamos dado cuenta antes que cuando Jesús habla de sí mismo como la raíz, la vid, el tronco, no se está refiriendo a un árbol, sino a un RIZOMA. La Vid, la Parra es un RIZOMA y se extiende como un rizoma.

Termino con un texto de los autores Deleuze y Guilles:

“¡Haced rizoma y no raíz, no plantéis nunca! ¡No sembréis, horadad! ¡No seáis ni uno ni múltiple, sed multiplicidades! ¡Haced la línea, no el punto! Tened ideas cortas. Haced mapas, y no fotos ni dibujos […] Un rizoma no empieza ni acaba, siempre está en el medio, entre las cosas, inter-ser, intermezzo. El árbol es filiación, pero el rizoma tiene como tejido la conjunción ‘y…y…y…’. En esta conjunción hay fuerza suficiente para sacudir y desenraizar el verbo ser. “