Extracto del libro Vivir desde el futuro de Dios. pp. 457 a 459.

El evangelio de Cristo es un evangelio de paz.

La misión de Cristo al ingresar al tiempo y al espacio fue la de traer paz a la tierra, tal como anunciaron los ángeles. La misión de la iglesia es de reconciliación y de paz.

«PAZ» es un término de contenido altamente político.

1) La paz es normalmente la consecuencia de la justicia. La paz sin justicia es paz peligrosa; puede ser la paz de los cementerios. Lo sublime del camino de Jesús es el hecho de que provee paz interior en medio de la tormenta y en medio de las injusticias. Precisamente esa paz espiritual es la que posibilita aguantar injusticias e influir en las estructuras injustas para su transformación. Pero a nivel político, el trabajo a favor de la paz y el trabajo a favor de la justicia van intrínsecamente ligados.

2) Las políticas de paz tendrán una visión muy modesta con respecto a las fuerzas militares como agentes de paz. Al cristiano le es imposible expresar odio hacia los enemigos y proceder en quitarles la vida; por lo tanto, la participación cristiana en fuerzas militares es sumamente problemática. El récord histórico es bastante modesto en cuanto al uso de fuerzas militares para establecer paz. El logro de paz por medio de «tropas de paz» que usan un mínimo de violencia, parece ser el uso más compatible de las fuerzas militares con la cosmovisión cristiana. De todos modos, la ética cristiana de ninguna manera puede sancionar el uso de arma alguna, pues los seguidores del Príncipe de paz han transformado sus espadas en arados.

3) Las fuerzas policiales conllevan un potencial importante para establecer y garantizar la paz. Para lograr tal objetivo se requiere capacitación en mediación, en procedimientos no violentos, en investigación e inteligencia, más que en el uso de armas de fuego. Los arrestos y regímenes penitenciarios son compatibles con la ética cristiana, siempre y cuando la meta sea proteger al público y buscar la rehabilitación del ofensor.

4) Una política cristiana de paz buscará identificar las fuentes de violencia y la injusticia. Éstas están frecuentemente en el ámbito familiar y económico, y estos ámbitos deben ser encarados mediante la educación, las medidas concretas y la gestión pastoral. No obstante, toda una cultura nacional puede ser marcada por la violencia. La forma de escribir y de enseñar la historia nacional puede conducir hacia la violencia o hacia la paz. La manera de socializar a la juventud mediante el sistema educativo puede fortalecer valores que promueven la paz y la justicia, o valores que promueven sociedades clasistas y la violencia social.


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